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Start-Up Chile: Un abordaje desde las Políticas Públicas

Columnas
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Staff
Start-Up Chile ha demostrado ser un programa robusto y que ha dado frutos, pero no debemos olvidar que es una política pública y los desafíos que esto implica.
Por: Jaime Romo | Administrative Process Coordinator en Start-Up Chile
08 · 06 · 2022
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Durante la primera década de implementación de Start-Up Chile (2010-2020), la aceleradora pública de negocios de CORFO ha entregado sus respuestas frente a los cambios, demandas y cuestionamientos que el entorno le ha presentado, prueba de ello, es que se han reformulado los instrumentos de financiamiento y se ha revisado el impacto y los resultados de sus iniciativas.

 

La lógica inicial del programa fue entregar un subsidio Semilla equity free para atraer talento emprendedor extranjero altamente calificado en negocios de base tecnológica, con la finalidad de acercarse a los principales centros mundiales de innovación, y contribuir al desarrollo del ecosistema emprendedor chileno

Desde su puesta en marcha (2011) se han articulando estrategias específicas de financiamiento y apoyo para responder a las nuevas necesidades del ecosistema emprendedor, algunas de estas propuestas han sido en internacionalización con el programa Global Connection, apoyo a mujeres fundadoras de startups con el programa TSF, el compromiso con los territorios enviando capital humano avanzado a polos regionales con la iniciativa Go regional y el apoyo a emprendimientos de triple impacto con el programa Huella. Además se han creado líneas de financiamiento específicas para acompañar el ciclo de vida de las startups, desde la validación de una idea de negocio hasta el escalamiento en ventas (programas Build, Ignite y Growth).

 

No obstante estos esfuerzos de adaptación, las demandas trascendentales ocurrieron cerrando la primera década de implementación de esta política pública: el estallido Social en Chile, el COVID19, la crisis ambiental y migratoria. El nuevo escenario se aleja bastante de la “tranquilidad” de la década pasada, la nueva realidad se caracteriza por recursos públicos aún más escasos y con la necesidad de mayor recaudación fiscal frente a las demandas por bienes y servicios de la Sociedad Civil, una desaceleración e incluso recesión económica como ya lo proyectan organismos y expertos para finales de este año.

Hay que volver a entregar respuestas al entorno por medio de programas que acerquen las necesidades del país a las soluciones del emprendimiento tecnológico

El contexto actual requiere mayores esfuerzos de responsabilidad fiscal en el uso eficiente y eficaz de los recursos públicos, es por esta razón que escribí esta columna de opinión en este tema en particular, porque considero que en este nuevo escenario van a confluir distintas corrientes que permitirán abrir una ventana de oportunidad para las startups en el contexto de la nueva política industrial y un nuevo modelo de desarrollo para Chile. 

 

El desafío para Start-Up Chile será no seguir haciendo lo mismo, hay que volver a entregar respuestas al entorno por medio de programas que acerquen las necesidades del país a las soluciones del emprendimiento tecnológico, demostrar con datos empíricos las externalidades positivas de la inversión, mostrar el valor público generado y sensibilizar a la ciudadanía y los grupos de opinión, en cuanto a la importancia de invertir en el futuro. Porque hasta ahora así ha sido, la historia demuestra que en aquellas áreas donde existe mayor riesgo de hacer una inversión, y que a su vez son intensivas en capital y/o en tecnología, tienden a ser evitadas por el sector privado, sobre todo ahora con el nivel de incertidumbre que está enfrentando el país.

 

Los gobiernos y las políticas públicas han aparecido detrás de la mayoría de las revoluciones tecnológicas, esta es la razón por la que causa sentido pensar en la nueva política industrial en la óptica de un “Estado Emprendedor” en el sentido propuesto por Mariana Mazzucato, que tome el riesgo que implique una nueva visión de futuro, que se promueva la coordinación público-privada, en donde las startups puedan ser un ingrediente catalizador para la sofisticación y transformación productiva.